

Pacientes en tratamiento activo y post tratamiento considerando limitaciones de movimiento o disfunciones producto de la intervención.

Valoración inicial en contexto oncológico: tipos de cáncer que hay, fase en la que se encuentra, estado global del paciente y tratamiento que está recibiendo.

Establecer objetivos realistas y alcanzables..
Hoy, miles de personas luchan cada día una batalla contra esta patología. Y los casos aumentan cada año que pasa. La Sociedad Argentina de Oncología Médica prevé que en 2040 se diagnostiquen un 22% más de casos de cáncer al año.
Afortunadamente, los tratamientos son cada vez mejores y la tasa de supervivencia mayor. Pero hay una forma de contribuir que casi nunca se tiene en cuenta y sabemos que mejora todos los indicadores físicos y anímicos: el entrenamiento.

Hacer una selección de ejercicios con volumen, intensidad y frecuencia adecuada, que no puedan interferir negativamente.

Programar entrenamientos enfocado a complementar el tratamiento del paciente (quimioterapia, radioterapia, etc.), sobre todo para reducir sus efectos secundarios y favorecer su autonomía.
El paradigma médico dominante, sin mala intención, apuesta por el reposo o evitar esfuerzos. La evidencia científica indica lo contrario: los síntomas de la enfermedad y los tratamientos mejoran cuando se acompañan con ejercicio de fuerza y aeróbico.
Cada vez más personas que padecen cáncer son conscientes de ello y acuden en busca de ejercicio. El problema es que faltan profesionales cualificados, con los conocimientos necesarios, para pautar entrenamientos efectivos y realistas en una situación como esta.