

La obesidad es una de las principales causas de muerte en el mundo. En 2030 nos podríamos enfrentar a un escenario donde el 8 de cada 10 hombres y el 55% de las mujeres padezcan obesidad o sobrepeso.
Una epidemia silenciosa relacionada con el síndrome metabólico, un conjunto de afecciones relacionadas entre sí, como un porcentaje de grasa abdominal y visceral elevado, niveles altos de triglicéridos y bajos de colesterol HDL, presión arterial alta, resistencia a la insulina y desregulación hormonal.
Estos síntomas, a la larga y sin que nos demos cuenta, se acaban manifestando como enfermedades graves: diabetes tipo 2, hipertensión o alguna enfermedad cardíaca.
Si queremos proteger y fomentar una sociedad más saludable, es fundamental poder prevenir y revertir la obesidad y las metabolopatías.

Valoración del estado físico
y construcción de Anamnesis para determinar la situación inicial.

Elaboración y diseño de un programa
de entrenamiento orientado a la mejora de la composición corporal.

Prescribir programas de entrenamiento
en personas con sobrepeso/obesidad integrándolos en el tratamiento integral de un equipo multidisciplinar.

El síndrome metabólico está estrechamente vinculado con un perímetro de cintura de riesgo, es decir, con un % de grasa abdominal y visceral elevado. Esta grasa abdominal se relaciona con la inflamación crónica de bajo grado, que contribuye a la disfunción del metabolismo.
Así pues, reducir el % graso será una diana terapéutica del plan de entrenamiento.
Y la otra gran diana será la masa muscular. Porque el músculo no es un complemento estético ni simplemente un tejido locomotor. Es un tejido involucrado en funciones endocrinas en las que precisamente interfiere el síndrome metabólico.
